Durante el 2017 y 2018, el Grupo de Investigación en Entornos Acústicos de la UDLA desarrolló un proyecto para estimar el impacto de la contaminación acústica generada por el tráfico vehicular en la zona urbana de Quito. Esta evaluación permite identificar lugares con saturación de ruido, población expuesta y potencialmente molesta a este contaminante invisible, es decir el impacto del ruido de tráfico en Quito.
Mapa de ruido de tráfico de Quito
El proyecto desarrolló un mapa de ruido en la zona urbana de la ciudad, a través de modelos matemáticos validados internacionalmente. Para esto se consideraron las siguientes variables, que inciden en la emisión y propagación del sonido.:
- Flujo y la composición del tráfico vehicular (transporte liviano, mediano y pesado)
- Velocidad de circulación,
- Infraestructura vial (tipo de calzada, pendiente de la vía, y semaforización),
- Edificaciones y vegetación existentes en el entorno.
Estas variables, facilitadas por entidades como la Secretaría de Movilidad, Dirección de Avalúos y Catastros, y el INEC, alimentaron un software de simulación acústica que calcula el nivel de ruido.
En consecuencia, se obtuvo un mapeo acústico que permitió estimar la cantidad de población expuesta al nivel de ruido de tráfico en cada una de las parroquias urbanas de Quito. Los resultados del modelo predictivo fueron validados comparándolos con mediciones de ruido realizadas en varios puntos de la ciudad, obteniendo diferencias promedio menores a 3 dB, lo que se considera aceptable en este tipo de análisis.
Indicadores del impacto del ruido de tráfico en Quito
Para obtener el nivel de contaminación acústica, el mapa de ruido fue contrastado con los estándares internacionales establecidos para cada uso de suelo. Los indicadores utilizados consideran la distribución espacial de la exposición (Gdn), y el efecto acumulado del ruido en la población (ATNEM), permitiendo así una comparación efectiva con un solo valor representativo.
Indicadores del impacto del ruido de tráfico
El resultado global de la zona urbana para el indicador Gdn es de 67,7 dB, que presenta un valor superior al recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El indicador ATNEM es de 0,79, asumido como un nivel de contaminación acústica leve.
Resulta interesante distinguir el caso específico de la parroquia Centro Histórico, que durante el día presenta los valores más altos de ATNEM y Gdn (3,73 y 72,7dB, respectivamente), debido a la configuración urbana del sector (calles estrechas, con pendientes pronunciadas y calzada de piedra), a la aglomeración del transporte público y a la presencia de estaciones intermodales. En este enlace se presentan los resultados para todas las parroquias urbanas de Quito.
Es importante considerar que la configuración geográfica de la ciudad y su red vial inciden en la distribución del ruido de tráfico. Así, sectores urbanos del centro y norte de la ciudad presentan niveles de contaminación acústica más elevados.
1 de cada 4 personas en Quito está expuesta a más de 65 dB en el día
En términos generales, la estimación determina que el 25% de la población urbana de la ciudad está expuesta a niveles de ruido de tráfico que superan los 65 dB durante el día, mientras que el 38% está expuesta a niveles superiores a 55 dB durante la noche. Estos valores están considerados por la OMS como los umbrales a partir de los cuales los efectos del ruido en la salud son más notorios, no solo asociados a problemas de audición de las personas y animales, sino también al funcionamiento del sistema cardiovascular, estrés, trastornos en el sueño, en la comunicación, entre otros.
Considerando los efectos generados por el ruido de tráfico, este estudio estima que el 44% de la población urbana se encuentra potencialmente molesta, y el 27% tiene perturbación en el sueño.
Finalmente, esta información puede ser considerada para ampliar perspectivas que articulen instrumentos de gestión ambiental, planificación urbana y de transporte, generación de políticas públicas relacionadas con el ruido que se enfoquen en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Permite también concientizar a la población sobre la realidad acústica de los entornos de residencia y trabajo.